Es preocupante y penoso que se tomen decisiones de inversión tan importantes como la de YPF en base a cuestiones puramente ideológicas y personales, y no teniendo en cuenta lo mejor para la empresa y, sobre todo, para los argentinos y argentinas, como hubiese sido haber elegido a Bahía Blanca como puerto de exportación.
Está claro que no es una decisión de la empresa, sino que se debe a un capricho del presidente Javier Milei para castigar a los habitantes de Bahía Blanca y la provincia de Buenos Aires. Como dijo el gobernador Axel Kicillof, la única realidad es que Milei decidió castigar a los bonaerenses porque no lo votaron.
Todos sabemos que desde hace 8 años se viene trabajando en el puerto de Bahía Blanca para la instalación de la planta de gas comprimido, que tiene ya completa su infraestructura portuaria para llevar adelante un proyecto de esa envergadura.
Debería tomarse como ejemplo la decisión de Cristina Kirchner en el año 2012 cuando en forma valiente, y pagando todos los costos políticos necesarios, dio un vuelco estratégico para la modificación de la matriz energética del país, recuperando YPF y firmando los contratos internacionales necesarios para desarrollar Vaca Muerta. Eso es lo que un verdadero presidente tiene que hacer, pensar en el interés general y en el desarrollo nacional.