
Ubicado en el corazón de El Rocío, detrás del Instituto María Madre Nuestra, el club fue pensado junto a su comunidad, y hoy se convirtió en un punto de encuentro para cientos de vecinos y vecinas. Allí se realizan actividades deportivas, culturales, recreativas y educativas para todas las edades: desde niños y niñas de las escuelas, hasta jóvenes, adultos y adultos mayores.
Con canchas para fútbol, vóley y básquet, espacios para danza, gimnasia artística y talleres culturales, el Club se volvió un símbolo del presente que se construye con inclusión, participación y cercanía. Además, se suma a una red de clubes municipales que ya alcanzó a Lagomarsino, Del Viso, Peruzzotti, Tribarrial, Luchetti (Villa Rosa) y Derqui, y que continúa creciendo con nuevas obras en marcha.
“Los clubes municipales son mucho más que infraestructura: son lugares donde se construye comunidad, donde los sueños de nuestros vecinos se hacen realidad. Esta es la forma en la que creemos que se transforma Pilar: escuchando, acompañando y generando espacios que abracen a cada familia”, expresó Achával.
Esta política pública es hoy una realidad palpable en cada rincón del distrito. Porque cuando el Estado está presente, las transformaciones no solo se ven: se sienten en la vida cotidiana de la gente.